sábado, 14 de mayo de 2016

Disfrutar un poco más y querer un poco menos.

A Candela. 
Paris, julio 2015
Me he despertado de nuevo antes de que sonase el despertador. Cojo el móvil y miro la hora. Las siete y treinta y tres de la mañana, y yo con los ojos como un búho, pero más cansada que cualquier otro día de ese mismo mes.
Me pregunto que he hecho mal, tal y como llevo haciendo las últimas semanas, y mientras tanto me caliento la leche del desayuno. Ni siquiera tengo hambre, pero no comer no me va ayudar a pensar mejor.
Y de tanto pensar y pensar, y de tanto llorar y llorar, empecé a comprender, y todo empezó a tener sentido.
Es una pena que haya tardado tanto tiempo en entender que la vida no consiste solamente en querer mucho, en darlo todo, en conocer a alguien que te completa y atarte a él o a ella como si tuvieses 50 años y media vida vivida. Me ha dado tanta rabia perder el tiempo derramando lágrimas (muchas lágrimas) por situaciones que podía haber evitado de haberme parado a pensar.
Pero más vale tarde que nunca.
Somos, al fin y al cabo, el tiempo que nos queda. Somos los 18 que estamos viviendo, los 20 que vendrán y los 30 que celebraremos. Somos todas esas fiestas a las que nos invitarán, otras tantas en las que nos colaremos y todos los chupitos que nos quedan por beber.
Somos los besos en la parte de atrás de un bar, las miradas furtivas en medio de una clase y todos los plantones que nos van a dar. Somos, por suerte, todos los líos de una noche que tendremos, los dolores de cabeza el sábado a la mañana, y las ganas de comernos el mundo el lunes.
Somos las diez horas diarias estudiando, las peleas con nuestras amigas, las broncas de nuestras madres y los abrazos de nuestros hermanos. Somos los chistes malos, las cervezas frías y los exámenes suspensos. Pero también somos el esfuerzo, el trabajo, la perseverancia y la ilusión.
Somos tan jóvenes que cuándo me doy cuenta, siento que el mundo se me queda pequeño; pero cuándo me olvido, tengo la sensación de que me come.
Somos muchas cosas, somos todo lo que queramos ser, pero os diré una cosa, no somos de nadie, más que de nosotros mismos.
Tenemos muchos años para querer, para enamorarnos, para llorar y pasarlo mal, pero por ahora, siendo joven y con toda la vida por delante, yo quiero disfrutar un poco más y querer un poco menos.

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