miércoles, 29 de octubre de 2014

Relato VII: A aquellos que no le temen a los sueños grandes.

¿Cuántas veces dijimos que nos rendíamos pero seguimos intentándolo? Que estúpido es buscar excusas para seguir luchando por algo cuándo la mejor razón es que hemos encontrado algo por lo que recoger la toalla cuándo se nos cae por enésima vez.
Nuestros sueños o nuestras metas no son lo que nos define, no vayamos a equivocarnos. El esfuerzo, la ilusión, no rendirse cuándo llegan las cuestas arribas que parece que no se acaban, si.
Todo el mundo sueña. Cada persona, en cada rincón del mundo tiene una meta en la vida, pero pocas se dejarán la piel para conseguirlo. Es fácil colocarse en la línea de salida decidida a correr una carrera, lo difícil es terminarla.
Todos podemos decir que queremos luchar por algo, pero ¿cuántos seguiremos intentándolo después de la primera decepción? Los sueños no se alcanzan sentados en el sofá esperando a que se dejen atrapar. Los sueños, como todo lo que vale la pena, exigen trabajo y dedicación. Tendrás que dar el 120% de ti las 24 horas de todos y cada uno de los días del mes.
Harán que te desesperes, te quitarán el sueño, llorarás como nunca y querrás abandonarlos cuando te des de cuenta de que no todo es tan simple como desearlo.
Y entonces entra en juego quien eres, en ese momento tienes que decidir entre la vía fácil y lo que realmente quieres, con todas las consecuencias. 
No hay nada malo en elegir la vía fácil, se puede ser feliz sin alcanzar tus sueños. Es más cómodo, más simple.
Luchar por todo lo que quieres conlleva paciencia, porque al igual que roma, un sueño no se hace realidad en dos días. Ni en tres.
Ir a por una meta quiere decir perseverancia, no dejar para la noche lo que puedes hacer por la mañana y sentido del humor. Sin sentido del humor, es difícil llegar lejos.
También quiere decir olvidarte de que alguien dijo un día que existía algo llamado límites, te obliga a secarte las lágrimas después de cada "no" y ofrecer una sonrisa en su lugar.
Porque la expresión comerse el mundo seguro que la inventó alguien quien no le tenía miedo a las cosas grandes. Así que soñadores, vamos a comernos el mundo, porque es ahí donde reside nuestro sueño y está esperando a vernos luchar por él. Tenemos la meta y el camino, sólo nos queda descubrir si nos tenemos a nosotros mismos.

Photo credit: Javier Rodríguez.

lunes, 27 de octubre de 2014

+83: Si hogar es dónde está tu corazón, yo tengo dos.

¡Bienvenidos una semana más! Otro post, y de nuevo mil cosas que contaros.

El lunes madrugué más de lo habitual, pues a las 7 de la madrugada, divididos en tres coches diferentes los alumnos de Publications partíamos rumbo a Lansing, la capital del estado para asistir al MIPA (Michigan Interscholastic Press Association), y os preguntaréis qué es. La verdad, yo lo he definido como una conferencia de periodismo. Había cuatro sesiones a lo largo del día en las que podías elegir casi quince cursos diferentes a los que asistir. Aprendí muchas más cosas de las que hubiese imaginado, y el día se me pasó volando. Además tuve la oportunidad de dar un pequeño paseo por Lansing y sacar algunas fotos con mi pequeño As.







Al llegar, me fui al ensayo de banda, era el último después de clase, pues la marching season está llegando a su fin. Teníamos que preparar el Senior Show para Jueves. Si, en tres días la Color Guard tenía que inventarse algo para la performance en el partido del Jueves. Si, un partido de football un jueves. Como veis, la semana no pudo empezar siendo más extraña.

El martes fue un día normal en el instituto, estoy encantada con mis clases aunque siga sin saber usar la calculadora gráfica para mates.
Por la tarde tuvimos ensayo el Color Guard para el Senior Show. Ahí ya sabía yo que iba a estar muy perdida el Jueves, pero todo es mejor estando con amigos, así que los ensayos siempre son geniales. Después me fui al entrenamiento de cross country y fue cuando, definitivamente, decidí que iba a dejar de correr. No saben muy bien lo que tengo en las tibias, pero no pinta nada bien. ¡Pero alegría para todos! Siendo velocista he aguantado dos meses corriendo distancias largas. Al llegar a casa, como no tenía deberes hice skype con Álex. O más bien, hicimos, porque Olivia se unió a la conversación. Creo que fue el skype más divertido desde que estoy aquí. Después de eso, nos sentamos en el suelo y nos pusimos a hablar durante casi dos horas, así que al día siguiente, os podéis imaginar nuestras caras de cansadas.

El miércoles no pasó nada relevante en el instituto, pero a la tarde fuimos al circuíto en el que se corrían los regionales ese sábado. Como no podía correr, simplemente caminé por la que sería la pista con Elisabet. Después de eso, fuimos a comprar comida y helado y volvimos a casa. He de decir que el helado estaba buenísimo, y que si, pese a estar a 3ºC, nunca es mal momento para comer helado.


El jueves, a las cinco de la mañana, mi host mum me dio la mejor noticia del día: tenía dos horas más para dormir. Cuándo la niebla es demasiado densa, mi instituto hace que las clases empiecen dos horas más tarde, así  que me desperté a las nueve de la mañana con el olor del desayuno que Dave estaba preparando. El día se me pasó volando, pues las clases duraban solamente 40 minutos, cuándo normalmente duran 55. Entrenamiento por la tarde, o lo que para mi fue ponerme hielo en la tibia, y después: Senior Show.
Jenny, la coreógrafa del Color Guard nos dio a mi y a la otra chica que éramos senior un ramo de flores nada más llegar. Además, no teníamos que vestir el uniforme, sólo nuestra camiseta especial por ser senior. Si soy optimista, digo que la performance salió genial, pero si soy realista, digo que no di palo al agua. Después de terminar nuestro show, nos llamaron a los seniors, dijeron nuestros nombres (ya os podéis imaginar como sonó mi apellido, aunque he de decir que Mr. Spalding (el director) hizo un buen trabajo, no sonó demasiado americano) y hablaban de nuestros planes para el año siguiente. 
Lo peor de esa noche fue el partido de football. Seis overtime. No sé cuánto suele durar un partido de football,¿una hora? ¿hora y media? Este duró casi cuatro y al final perdimos. Hacía un frío terrible, no os podéis imaginar la felicidad que sentí cuándo llegamos a casa.

Con Jenny

Olivia, yo y Emily

Emily, Meri, Olivia y yo.

Una de mis últimas fotos con mi querida bandera.

Con Emily.

Olivia, yo y Emily.


Color Guard en Thriller.

La banda durante Thriller.

Con mis host parents durante la presentación de los seniors.

Con Elisabet.

Olivia, yo y Elisabet.



El viernes el día se me hizo eterno. Había dormido apenas seis horas, pues después del partido estuve en casa haciendo deberes. Las horas pasaron lentas pero por fin llegó el entrenamiento, y podía ser el último con el equipo de cross, así que decidí entrenar. Después de jugar al Zomby Tag y hacer algunos ejercicios, fuimos a casa de Haley, pues era team dinner. Al día siguiente eran los regionales, así que la comida fue macarrones con queso y jamón. Vimos en la tele Girl Code y fuimos al trampolín a sacar fotos y hablar. Me encantan las cenas de equipo, creo que es lo que más voy a echar de menos de la temporada de cross.



Con Olivia.

Con Olivia.

Viendo Girl Code.


El sábado el bus salía a las 7:30 de la mañana para ponernos de camino a los regionales. Era un día perfecto para correr, pues no hacía demasiado frío y no llovía. Las chicas corrieron genial, y consiguieron el cuarto puesto, por lo que el equipo no va a los estatales, pero Haley y Gabby quedaron 6ª y 10ª respectivamente, así que ellas irán individualmente. Los chicos también corrieron genial, aunque ninguno irá a los estatales.

Kim, Elisabet, yo, Olivia y Haley.
Esa tarde vinieron de nuevo a casa Peter (uno de mis host brothers) y Janice, su mujer. Después de hablar en el salón y cenar, llegó la hora de hacer las calabazas de Halloween. Os aseguro que eran enormes, aunque no se aprecie demasiado en la foto, y para limpiarlas por dentro tardamos al menos 30 minutos. Fue muy divertido, la verdad, y aunque la mía no asuste demasiado, creo que hice un buen trabajo. Y quiero añadir, para que no haya más malentendidos que no, no tiene tres ojos. Los ojos son los círculos negros.







Mi calabaza.
Después de eso jugamos a un juego de mesa hasta más o menos las once y nos fuimos a dormir, porque estábamos todos cansadísimos. 
El domingo por la mañana, tomamos el brunch todos juntos y después yo hice Skype mientras ellos veían football. Olivia y yo fuimos a comprar los disfraces para Halloween (vamos parte del equipo de cross disfrazado de Rosie The Riverter, un icono aquí que representa a las mujeres que trabajaban en las fábricas durante la 2ª Guerra Mundial) .


A eso de las ocho, Katie vino a buscarnos y fuimos a tomar algo Claire, Katie, Haley, Olivia, Kim y yo. Después compramos otra letra de madera y vinimos a casa a pintarla. La cosa se alargó, así que las chicas se quedaron a dormir, pues el Lunes no teníamos clase. Después de jugar al futbolín, pintarnos más la cara que las letras y ver Brave a las 12 de la noche, nos quedamos dormidas en el sótano.
Con Claire.


Olivia, Kim, yo, Claire y Katie (falta Haley)

El lunes fuimos juntas a desayunar a Bob Evans, un restaurante que sirve las mejores crepes que haya probado jamás, y después, ellas se fueron. Hice deberes durante más o menos media hora y cogí mis cosas para ir a ponerme las vacunas que me faltaban. Cuatro, ni más ni menos. Y el día todavía no ha terminado, pero quería actualizar lo antes posible para que así me diese tiempo a estudiar por la noche para los tres exámenes que tengo el martes. Martes que, después de salir de clase, me teñiré de pelirroja. 
¡Muchas gracias por seguirme en el blog! No sabéis la ilusión que me hace ver como las visitas siguen subiendo y todos y cada uno de vuestros comentarios, y el interés. Muchas muchas gracias, de verdad. ¡Nos vemos en el próximo relato!



sábado, 25 de octubre de 2014

Relato VII: Respirar y dejarse llevar.

Maldita prisa tenemos por crecer, por olvidar, por tener el primer coche, por votar, por ir a la universidad. Tenemos prisa incluso por viajar.
Tanta prisa tenemos, que no nos acordamos de que estamos viviendo nuestra única vida, y  que el tiempo se nos escapa mientras tratamos de planear todo para aprovecharlo, sin darnos cuenta de que los mejores momentos de nuestra vida siempre son aquellos que no esperábamos.
No hay mejor fiesta que esa llamada a cualquier hora de la noche que dice "en el bar de siempre, hoy invito yo". No hay mejor cena romántica que una tortilla de patatas y ensalada después de un largo día de trabajo. No hay mejor "te echaba de menos" que un "he venido a verte".
Desde que somos pequeños queremos planearlo todo. Con tres años queremos ser astronautas, conducir el coche de papá y pintarnos las uñas como mamá.
Soñamos con ser futbolistas, profesores.
Queremos encontrar a nuestro Ken.
Ser peluqueras.
Tener una mini-moto.
Usar tacones como la prima Laura.
Ir en bici sin ruedines. 
Salir de fiesta con nuestros amigos.
Coger un bus a una ciudad lejana.
Y mientras planeamos todas esas cosas, no nos damos de cuenta de que estamos viviendo los momentos más increíbles de nuestra vida. Esos momentos que simplemente llegan, ocurren y quedan como parte de nosotros. Sin planes, sin tiempo para desearlo.
El primer diente de leche, ese paseo un día de otoño después de salir de trabajar, la risa de un niño, una carta en el buzón, la brisa del mar, un rayo de sol filtrándose entre las ramas de un viejo árbol.
Nos cuesta dejarnos llevar, olvidar nuestros miedos a que algo pueda salir mal y simplemente dejar que sea. Nos cuesta, pero ¿no es increíble cuándo lo conseguimos? Sólo entonces nos preocupamos de vivir, y todo se vuelve más fácil. 
Aprendemos a disfrutar de los pequeños detalles.
De las primeras flores en primavera tras un largo y frío invierno.
El olor a la mejor tortilla del mundo en casa de la abuela.
Ese abrazo que dura dos segundos más de lo normal.
La sonrisa inesperada al subir al autobús a las siete de la mañana.
Nos pasamos la vida queriendo planearlo todo, sin darnos de cuenta de que los mejores momentos llegan cuándo menos nos lo esperamos y que esa es la razón por la que son tan increíbles: porque no estaban en nuestros planes.

Photo Credit: Álvaro Piñeiro


lunes, 20 de octubre de 2014

+75: Aquel que quiere viajar feliz, debe viajar ligero.

Y no lo digo yo, sino el autor de un libro que me ha acompañado desde que soy una niña. Anoine de Saint-Exupèry sabía lo que decía, y es que no hay otra forma de volar sino soltándonos las cadenas y dejándonos llevar. No se llega lejos atándose a nada ni a nadie, se llega lejos agitando las alas fuerte, sin miedo y con ganas.
Dejo de creerme filósofa y os hablo de mi ajetreada semana, porque sigo sin tener una semana en la que diga "no me ha pasado nada demasiado interesante", no sé si es porque estoy en América, si la razón es que soy yo que lo veo desde otra perspectiva o que realmente la vida aquí es un no parar.

El lunes tuvimos la reunión del book club para decidir el nombre y lo que pondríamos en la camiseta. Después de votar al menos tres veces para cada cosa, ya tenemos nombre, motto y quote. Después del entrenamiento fuimos a casa y mi sorpresa fue encontrármela completamente adornada para Halloween! Calabazas, pósters en las paredes... Deb, mi host mom se había pasado el día trabajando para que quedase perfecta, y os aseguro que no se sabe lo que es halloween hasta que llegas a América.

El martes el día se me pasó rápido, tal vez porque esa tarde era la última Jam con el equipo de cross country. El día no era perfecto para correr, pues había llovido toda la noche y seguía lloviendo cuándo llegamos a Athenes. Y lo peor todavía estaba por llegar: el circuíto. Veintisiete colinas contadas, todo barro y casi ninguna señalización. Todos los tiempos fueron dos minutos (mínimo) más lentos, y la mayoría de las que estábamos ya lesionadas fuimos a peor, pues las colinas no ayudaron nada. Aún así, después de que acabar de correr nos dieron hot dogs y empezó la pelea de barro. Creo que las fotos se explicarán mejor
Dorsales con el lazo para ayudar a la investigación contra el cancer de mama.
Después de la pelea de barro.

Elisabet, yo, Gabby y Meri



Quedamos segundas en el Big 8, nuestra conferencia, y Gabby quedó novena individualmente, así que nos fuimos a casa muy contentos, pero con un segundo puesto que nos sabía a poco.

El miércoles lo más destacable para contar a parte de mi dolor de piernas fue el momento en el que, en mitad del cambio de clase, mi profesor de matemáticas me mandó entrar en una de las aulas rapidísimo. He de decir que dos segundos antes de darme de cuenta de que sólo era un simulacro estaba literalmente aterrorizada. Después del simulacro, jugamos al scrabble pero de números, pues bastantes alumnos estaban haciendo un examen parecido a la selectividad en España, pero que pueden repetir tantas veces como quieran.

El jueves empezamos en Pre-AP English Macbeth, de Shakespeare. Tengo que decir que pinta mejor que Frankenstein, pues al ser una obra cortita, vamos a representarla, y adivinad a quien le tocó ser una de las brujas que aparecen en el primer acto. Bueno, para ser sinceros me presenté voluntaria pues creía que el papel no podía ir más conmigo. Y algo hice bien, no sé si caminar como si fuese coja o la risa de que-malvada-soy, pero la gente se rió, y ya sabéis lo que me gusta a mi hacer reír a la gente.
Las tres brujas de Macbeth. 

En Publications fui con una de las chicas de Adv-Pub a Downtown a vender el anuncio que había diseñado para una de las tiendas de vestidos, ¡y les gustó! No os podéis imaginar mi alegría, porque la verdad, periodismo sigue llevándome por el camino de la amargura, pero sé que irá a mejor. 
En cross country, sabiendo que no debería pero teniendo mi cabezonería como guía decidí correr 10km. Tecnicamente corrí nueve largos, pues mi entrenador llegó con el coche y nos recogió a Meri y a mi. Sólo quiero añadir que podría haber sido peor.
A llegar a casa subí a la habitación a hacer los deberes y unas horas después, Olivia y Dave volvieron a casa y trajeron chocolate caliente, algo que no pudo sacarme una sonrisa más grande.

El viernes en el instituto no pasó nada demasiado interesante. Un examen, muchos deberes de precálculo, avanzar en el artículo de periodismo y entrenamiento. Después del instituto, Katie, Claire, Olivia y yo quedamos para tomar algo. Después decidimos ir al supermercado a comprar pintura y nuestras iniciales de madera y vinimos a casa a pintarlas. No sé en que momento se me ocurrió decirles que tenía un secreto, pero como no quise contárselo, me tiraron al suelo y empezaron a pintarme la cara hasta que se lo conté. Supongo que no puedo quejarme con las amigas que he hecho aquí.

Katie, Claire, yo y Olivia.
Se fueron sobre las diez de la noche, y Olivia y yo nos pusimos a cocinar galletas para la carrera que teníamos a la mañana siguiente.
Olivia y yo.




Creo que es un buen momento para explicar que esa podía ser mi última carrera con el equipo, pues ya solo nos quedan los regionales y los estatales. La verdad es que no sé todavía si voy a correr en los regionales, todo depende de cómo se encuentre Lorren, otra chica que también está lesionada.

El sábado me desperté a las seis y cuarto porque teníamos que ir a ayudar a preparar las cosas de cross. Después de dos horas de bus, llegamos a Gobles, y una vez más el tiempo no nos ayudó: lluvia y mucho frío. Fue posiblemente mi última carrera con el equipo varsity, y pese a no conseguir batir mi récord personal, volví a correr en mi marca habitual, así que estoy muy contenta. Además, quedamos segundas por equipos y en JV corrieron el resto de las chicas consiguiendo quedar todas entre las 25 primeras.

Elisabet y yo.

Las tres estudiantes de intercambio con el trofeo.

Razones por las que corro 10km.

Todo el equipo, tanto JV como varsity.
Sin duda, la sorpresa del sábado fue cuándo vi el correo que la profesora de español de mi instituto me había mandado. En el me decía que tenía un "alma vieja" una expresión que usan aquí, que le había gustado el blog, tanto estas entradas informativas, ya que son otro punto de vista distinto de la vida americana, como los relatos. Y si eso no era suficiente motivo para hacer que me sintiese alagada, me preguntó si podría usar el blog para sus clases de español. Cómo ya os podéis imaginar, para mi fue todo un honor y una sorpresa, y ahora no tengo excusa para no seguir mejorando.
Al llegar a casa, como Olivia y yo estábamos muy cansadas, decidimos que no haríamos deberes, así que vimos una película en el salón. Me dejaron elegir, así que me fui a lo seguro: The Prestige. Era la segunda vez que la veía en inglés, y no deja de gustarme ni un poquito.

El domingo cogimos el coche (nuevo, ¡por cierto! Lo compraron el miércoles y el jueves ya lo teníamos en casa) y nos fuimos a East Lansing a ver Once, el musical. Es precioso, casi consigue arrancarme alguna lágrima, y los actores y actrices tienen un talento increíble. La música inmejorable, así que, sin duda, os recomiendo que lo busquéis en Youtube y que escuchéis alguna de las canciones. Dentro del teatro no dejaban sacar fotos, pero os dejo algunas que he encontrado en google.
Otoño en Míchigan.


East Lansing.

Campus de la Universidad de Míchigan.

El teatro de la universidad.


Yo al lado del cartel del musical.





De verdad que os recomiendo que lo escuchéis, así que clicando aquí accedeis directamente a un mix de Youtube con las canciones del musical.
Después fuimos a comer a un restaurante en el que la especialidad es el pavo. Es un restaurante con historia y no la ocultan para nada, antiguo y con un toque rústico, y mi parte favorita ( a parte de los tacos de pavo y la limonada de frutos del bosque, por supuesto) es el piano que tocaba solo si le dabas 25 centavos.





Y esto es todo (y no es poco) por esta semana. Gracias de nuevo por todos los comentarios tanto en estas entradas como en los relatos, y gracias por seguirme la pista y leerme al otro lado del océano. No sabéis lo increíble que es perseguir tus sueños cuándo estás viviendo uno de ellos.
¡Gracias y hasta el próximo relato!