A Paloma.
Camina despacio, ya no tiene prisa, nadie la espera al cruzar la esquina para regalarle una sonrisa, para hacer sus lunes más viernes.
Camina sin tener muy claro a donde se dirige, pues ya no tiene esa cita de cada semana para tomar un café mientras escucha como le fue la semana.
Ha dejado de pensar en lo que pudo haber pasado, ya no busca más por ques, ya no quiere entender, o tal vez no puede.
Hay pérdidas que aunque no lo sepamos, son necesarias y nos benefician. Desde luego no a corto plazo, porque quiere decir que alguien nos abandona, que aparece un vacío en nosotros que nadie volverá a llenar de la misma forma.
Sigue caminando, para dejar el dolor atrás, para evitar que los recuerdos sean lágrimas y se acumulen en sus ojos. Cuesta mucho dejar que una persona forme parte de nuestra vida. Le enseñas dónde puede quedarse, le haces un hueco, le abres las puertas a tus miedos, a tus deseos, a tus sueños más profundos, y sin darte de cuenta, empiezas a depender de él, de su presencia, de los mensajes, las sorpresas, los besos y las llamadas.
Y cuándo crees que todo va bien, que no podría ir a mejor, ¡PUMB! se va, como vino, pero llevándoselo todo consigo, incluso un pedacito de ti, tal vez incluso algo que te definía como persona, por lo que ya nunca serás la misma.
No es la peor parte. Esa viene después de la conmoción, y se llama dolor. Invade cada célula de tu cuerpo, a veces incluso te paraliza, sientes que te falta el aire de tanto llorar, y tu mente se niega a pensar en algo que no sea el pasado. Eres incapaz de mirar hacia delante, de ver lo mucho que te queda por vivir, porque sólo quieres que vuelva, por mucho que sepas que eso nunca va a suceder. Tienes suerte si lloras, a veces el dolor simplemente te desgarra por dentro, trayendo pesadillas y pocas ganas de salir de casa. Por desgracia, hay gente que se queda estancada en esa etapa.
Pero por suerte, hay personas que dejan de buscar respuestas y simplemente caminan. Caminan para evitar que el dolor vuelva a paralizarles, para encontrar un lugar mejor a dónde ir, o simplemente, un lugar. Caminan para perderse, porque así es más fácil encontrarse.
Y ella caminaba, rápido, y con la sombra de una sonrisa en los labios.
Tenía, después de todo, razón el sevillano; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Sólo caminando y viviendo tenemos la oportunidad de descubrir nuevos horizontes y nuevas gentes que llenen el vacío que otros han dejado. Al final, lo importante es ponerse en marcha y recorrer ese camino pese a la incertidumbre por saber lo que habrá en la siguiente parada.
ResponderEliminarY no te preocupes, porque el camino recorrido ya no lo volverás a pisar. Tampoco te importa, porque de hacerlo, ya habría perdido esa emoción de la primera vez. Sigue adelante. Si hacemos caso al poeta: caminante, no hay camino, sino estelas en el mar. Y el recuerdo de lo vivido también es importante para hacer camino nuevo.
Un beso de tus amigos de Finestrat (Alicante).
Sabias palabras que tendré en cuenta y apuntaré para el futuro.
EliminarMuchímas gracias, y un beso muy grande.