Con lo fácil que sería a veces cambiarnos el corazón de sitio, y resulta que nacimos con la mala suerte de tenerlo anclado al pecho. Y eres afortunado si simplemente quieres cambiártelo de sitio, pues yo la mayoría del tiempo desearía arrancármelo.
Todo esto era lo que pasaba por mi mente mientras paseábamos uno al lado del otro. El viento soplaba fuerte, y ya no había hojas verdes en los árboles, pues el invierno había llegado, y no solamente a la ciudad, también a mi.
Paseábamos. Ella, con las manos en los bolsillos de ese abrigo marrón que tantas veces la había protegido del frío y con los ojos fijos en sus pies. Yo, con mis manos reposando a ambos costados y mis ojos incapaces de dejar de mirarla.
- Me moría de ganas de volver a verte.
No pude retener las palabras en mi mente; a veces la verdad es tan fuerte que por mucho que intentes retenerla, siempre consigue escapar. Al oírme levantó la vista del suelo y dejó que sus ojos me observasen como lo hacían años atrás.
- Ha pasado mucho tiempo desde nuestro último paseo juntos.
Su respuesta es tan verdad como la mía, pero son verdades distintas. La suya es una realidad, un simple hecho, algo que podría haberle dicho a cualquiera al que no hubiese visto desde hacía tiempo; pero la mía escondía sentimientos, por lo que era una verdad la cual yo agarraba por el filo y no por el mango, era una verdad de las que cortan.
Tiempo. Por supuesto que ha pasado el tiempo, es la variable independiente en toda gráfica, en la nuestra, combinada con el olvido, el cual siempre depende de las circunstancias.
- Te veo más feliz de lo que puedo recordar.
Otra vez la verdad se niega a quedarse en mi cabeza, pero mi recompensa vuelve a ser ver sus ojos. Pero ya no sonríen por nosotros, ya no me lo dicen todo sin necesidad de palabras, ya no tienen escritos mi nombre en la pupila.
- Lo soy. Soy más feliz de lo que jamás hubiese imaginado que llegaría a ser. Tuve que darme de bruces contra el suelo muchas veces antes de darme de cuenta de que necesito ser libre para ser feliz. No puedo quedarme demasiado tiempo en el mismo sitio, no puedo atarme a nadie. No puedo, siempre tengo miedo de que suelten la cuerda, así que acabo soltándola yo primero. Es casi gracioso, tengo miedo de que me abandonen, y resulta que soy yo la que al final, escapa. Pero soy feliz siendo libre, es la única forma de serlo.
Clavó sus pupilas en las mías, y volví a sentir que me decían todo sin necesidad de más palabras. Ella quería volar sola, y yo la dejé ir, pues como ya se sabe, no hay nada más triste que un pájaro encerrado en una jaula.
By: Fadi Houmani. |
moi chulo Estela ....como medras no campo da escritura.Segue asi e disfruta de todo o que fas aí.
ResponderEliminar¡Moitas grazas Pili!
EliminarWow!!! Simplemente precioso!!!
ResponderEliminar¡Moitas grazas!
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