Cerrar los ojos, y dejarse llevar.

Como ya os he adelantado, las fundaciones Barrié y Amancio Ortega me han concedido la oportunidad de cumplir uno de mis sueños desde que tengo 10 años: disfrutar de un curso entero en un país de habla inglesa, en este caso, USA.

Tal vez debería empezar por el principio, para aquellos que no me conocen, o futuros gallegos que decidan pedir esta beca sepan como conseguirla. El primer requisito es tener ganas e ilusión, y el segundo es estar cursando 4º de ESO en un centro de enseñanza en Galicia, tener una media superior a 7'5 en 3º de ESO y más de un 7 en inglés. No son unos objetivos difíciles de cumplir, lo complicado, vienen meses después de mandar la solucitud de la beca: el primer examen.

Recuerdo los nervios las semanas antes, leyendo blogs de antiguos becados, mareándole la cabeza a Marta (una chica de la que os recomiendo que leáis su blog, pues es increíble la experiencia que vivió ella en USA http://10monthsintheusa.blogspot.com.es/ ) y volviendo loca a todo el instituto y a mis padres. No os voy a mentir, el examen no es como los que hacía en el instituto, aunque tampoco era tan malo como me lo imaginaba. Ese examen era la primera prueba que debía pasar para conseguir la beca, pero no la única. De las más de 500 personas que nos presentamos a ese primer examen (Listening y Writing) sólo pasaban 200, de las cuales sólo 75 se irían el curso 2014/2015 a EEUU. 

El tiempo que tardaron en poner los listados de los que optaban a hacer la entrevista y la exposición oral se me hizo eterno, pero la espera valió la pena, en la lista estaba mi nombre.

Tardé un día en preparar el pequeño discurso que expondría delante de un jurado formado por tres personas, que me harían preguntas en inglés y en español, y de las cuales dependía mi plaza en la beca. 

Os parecerá increíble, pero disfruté muchísimo de ese día, las tres chicas que me entrevistaron (muy simpáticas, por cierto) hicieron que me sintiese muy cómoda y me sentí como en casa, ¡pero hablando inglés! Los nervios desaparecieron tras las primeras palabras, y en el momento en el que me preguntaron por los libros, me sentí totalmente en mi salsa. Salí confiada y pensando que si no la conseguía, por lo menos lo había pasado bien.

Y fue el 3 de enero cuándo apareció la lista definitiva, fue totalmente caótico: yo sin internet en casa, mi madre con muchísimo trabajo y sin poder mirar si me la habían concedido, los becados hablando por twitter y dándose la enhorabuena...y yo no sabía nada.

Menos mal que Álex estaba despierto y pudo mirarme él, y es que aún recuerdo leer su "Enhorabuena, becada" y ponerme a llorar. De la tensión, de la alegría, de la emoción...¡ESTABA BECADA! ¡ME IBA A ESTADOS UNIDOS! 

Todo fueron felicitaciones, abrazos, risas...pero también preguntas, dudas, caras de pena...

Y aquí estoy, a 129 días de subirme a un avión hacia algún lugar de USA, el cual al contrario que otros becados aún no sé. Becados a los cuales he ido conociendo a lo largo del último mes, unas personas increíbles, inteligentes y muy simpáticas, gente con la que puedo compartir mis miedos, dudas y alegrías pues están en la misma situación que yo y con las que he conseguido conectar increíblemente.

129 días disfrutar de todas las personas que se quedarán aquí y a las que no veré en 10 meses, 129 días para hacer enfadar a mi hermano y hacerle cosquillas, y para sacar de quicio a mi madre. 129 días.

Todavía 129.

Sólamente 129.